A medida que cumplimos años nos cuesta mas
mantener el peso, o recuperar la forma física que tuvimos en el pasado. El
propio cuerpo cambia, influyen los excesos, los malos hábitos, el sedentarismo,
los embarazos, etc. Todo pasa factura, pero esto no significa que debamos
dejarnos llevar y apechugar con lo que venga, simplemente debemos conocer y
poner freno de la manera mas adecuada, y siendo conscientes de nuestras
limitaciones y de que ya no tenemos 18
años.
En la adolescencia se disparan las
necesidades energéticas debidas al desarrollo, y es en torno a los 20 años,
cuando estas necesidades comienzan a estancarse y a supeditarse única y
exclusivamente al ejercicio físico que cada persona realiza. A partir de los 40
el consumo celular disminuye, por lo que también deberíamos disminuir la ingesta
calórica, y cuidamos algo mas, ya que aumenta el riesgo de padecer sobrepeso
o/y obesidad.
Y todo esto no se limita a mirar “cuanto”
nos llevamos a la boca, pero sí “qué”. Es imprescindible hacer acopio de las
vitaminas y minerales que la fruta y la verdura fresca nos proporciona, evitar
las grasas saturadas de los productos industriales y no perder el buen hábito
de “moverse”, ya que con la edad también se pierde masa muscular, y el músculo
en sí es un importante quemador de calorías.
No esperéis a conocer los efectos del paso
de la edad, siempre se está a tiempo de adquirir rutinas, aprender como
funciona nuestro cuerpo e invertir en calidad de vida futura.
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